‘Escritores por el Sahara Bubisher’ lleva la cultura y los libros a través de bibliotecas a los campos de refugiados saharauis.
Todo comenzó con una idea que voló por la mente de un niño. Como un pájaro. Como un bubisher. Que anuncia las buenas noticias, que soporta las altas temperaturas bajo la Hamada y que insiste en quedarse para crear una conexión con un pueblo.
Bubisher es eso. Una red de pájaros que viaja de una haima a otra encontrando lectores que quieran adentrarse en la cultura como forma de alimentar su curiosidad. Bubisher crece como un proyecto real gracias a la cooperación de saharauis y españoles que se unen para hacer posible la idea de que la cultura sea un derecho para todos.
A principios de octubre, un grupo de cooperantes viajó a los campamentos para inaugurar la cuarta y última biblioteca del proyecto Bubisher en la wilaya (ciudad del campo de refugiados) de Dajla. Que supone una nueva victoria para cumplir el sueño de formar, como confiesa Gonzalo Moure, vicepresidente de Bubisher, “a una generación de jóvenes saharauis fuertes, que pueda reivindicar la esencia del pueblo saharaui, que pueda revindicar su cultura”.
Comprobar cómo ha influido la presencia de Bubisher en los campamentos de refugiados, te recuerda la necesidad de ofrecer la cultura y la educación en una tierra llena de esperanzas, que ha sabido reconstruirse a base de saber valorar proyectos tan revolucionarios como esenciales.
Bubisher nació hace diez años en el Colegio San Narciso de Marín (Pontevedra), gracias a la idea de un alumno de utilizar un bibliobús para hacer llegar libros a los campamentos saharauis. En noviembre de 2008, el primer Bubisher recorre las wilayas en busca de lectores, de todas las edades, que se animaran a compartir y disfrutar la lectura. Sirviendo, con el paso del tiempo, como un importante punto de unión para una población que vive olvidada por una comunidad internacional que juega como espectador.
El proyecto ‘Escritores por el Sahara-Bubisher’ lleva la seña de identidad de maestros, bibliotecarios, escritores, periodistas y muchos otros profesionales españoles que apostaron por el sueño de alcanzar la interculturalidad a través de los libros y la literatura que ayudase a la visibilidad de la lucha de un pueblo, el saharaui, y su patrimonio cultural. Una organización que trabaja por y para los saharauis, otorgándoles espacios donde la cultura consiga unir lazos.
Las bibliotecas Bubisher
La primera biblioteca se inaugura en 2011, en la wilaya de Smara. Después llegarán las de Auserd y Bojador. Pasarán diez años hasta tener la cuarta, Dajla, la nueva incorporación a esta red de bibliobuses y bibliotecas. Cada una de las bibliotecas está organizada y dirigida por los trabajadores saharauis que perciben un salario mensual, fomentando la creación de empleo en los campamentos, uno de los muchos objetivos establecidos por el Bubisher. Trabajan, también, por una expansión cultural que genere una participación en las distintas actividades que se organizan en las bibliotecas, potenciando el uso de la lengua española y árabe.
A lo largo de estos últimos años, han sido cientos los voluntarios que han colaborado para que el proyecto se consolidase en los campamentos. Con la aportación de colegios, librerías, asociaciones o bibliotecas españolas se establecieron fuentes de financiación continuas que han permitido que el sueño siga creciendo. La biblioteca de Dajla se convierte en el cuarto sueño que abre sus puertas, coincidiendo con el décimo aniversario de un proyecto que demuestra la razón de ser de una idea que se fortalece gracias a los esfuerzos de una filosofía basada en la cultura.
Los trabajadores saharauis de Bubisher resaltan la capacidad y la necesidad de que exista un proyecto que transmita lo que están consiguiendo estas bibliotecas. Gajmula, joven saharaui de ojos despiertos y bibliotecaria en Aused, nos confiesa que para ella el proyecto es algo increíble y que le encantaría que durase para siempre. Gracias a una de sus ideas, todas las bibliotecas cuentan desde hace un año con su propio jardín.
La misma filosofía la comparte Alghailani, bibliotecario de Bojador, que define el Bubisher como un transmisor de emociones a través del conocimiento de los cuentos, con buenas ideas que consiguen llegar a los campamentos y convertirse en verdaderos conocidos y reconocidos por los saharauis. Porque Bubisher es tan querido por los campamentos, que el bibliobús consigue que decenas de pies corran detrás y saluden en español a los cooperantes que visitan la zona. Ven abierta la biblioteca y rodean el espacio mirando con curiosidad las novedades que están ante sus ojos. Otra nueva oportunidad en Dajla, el campamento más alejado de Tindouf.
Brahim, maestro y bibliotecario de Smara, describe Bubisher como “aquella casa que tenemos todos en un pueblo y que siempre hace falta visitar, que hace falta estar, para poder cargar las energías, para poder volver a nuestros orígenes”.
Y uno de los pilares de esas casas en forma de bibliotecas es Hassanna, el encargado de todas las instalaciones y de la estancia de los voluntarios que llegan a los campamentos. Hassanna es uno de esos saharauis que ejemplifica la esencia de un pueblo hospitalario, agradecido y acogedor. Hassanna es la esencia de lo que supone un proyecto tan grande como Bubisher, que representa la filosofía de hacer crecer las semillas en el desierto que con el tiempo acabarán floreciendo.
Ese tiempo que se convierte en una suerte de posibilidades para conseguir que la cultura alcance la libertad de un pueblo. Si preguntas a cualquier saharaui sobre el tiempo, te dirá: “vosotros tendréis el reloj, pero nosotros el tiempo”.